Insurrección en Estados Unidos: 4 muertos y 14 policías heridos en el asalto al Capitolio
04:09
7 Enero 2021

Insurrección en Estados Unidos: 4 muertos y 14 policías heridos en el asalto al Capitolio

Una mujer ha muerto por herida de bala en el asalto de los seguidores del presidente saliente al Congreso estadounidense

Fue una mañana histórica y aciaga. Fue una mañana digna de la historia universal de la infamia. Fue la mañana en la que cientos de individuos, jaleados por el anterior presidente, Donald Trump, irrumpieron armados en el Capitolio de Washington y obligaron a suspender la certificación del colegio electoral y el triunfo del presidente electo, Joe Biden. De poco sirvió que la ciudad hubiera amanecido blindada. Ninguna barrera antidisturbios podía contener la ira de una muchedumbre alentada en sus reclamaciones anti políticas por un Trump inflamable.

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Delante de los suyos, a los que había convocado al grito de salvar América, Trump insistió en que el sistema electoral estadounidense ha sido víctima de una conjura. Frente a sus fieles, muy cerca de un capitolio engalanado para recibir a los congresistas y senadores y acometer la sacrosanta ceremonia de contar los votos, insistió en que nunca se rendirá y nunca cederá. Esto es, nunca reconocería los resultados de las elecciones. «No queremos que nuestra victoria electoral», dijo, «sea robada por demócratas radicales de izquierda, y eso es lo que están haciendo, y ha sido robada por los medios de noticias falsos, eso es lo que han hecho y lo que están haciendo». Poco después cientos de manifestantes derribaron las verjas que rodean el Capitolio al grito de luchar por Trump. Algunos llegaron hasta la oficina de la presidente del Congreso, que invadieron.

Mientras la policía desalojaba la sede del partido republicano por una amenaza de bomba, los congresistas de los EE UU, tenían que ser evacuados, los agentes penetraron en el edificio pistola en mano. Una mujer había recibido dos disparos en el pecho, corrían los rumores de policías heridos y en muchos comentaristas calificaron la actitud de Trump de pirómana. Cuando no de propiciar un intento de golpe de Estado. «Acabo de evacuar mi oficina debido a una amenaza», escribió la congresista republicana, «Ahora vemos manifestantes agrediendo a la policía del Capitolio. Esto está mal. Esto no es lo que somos. Estoy desconsolada por nuestra nación hoy».

Antes de que los violentos asaltaran el Senado, el todavía líder de la mayoría, Mitch McConnell, había recalcado que «nada ante nosotros prueba la ilegalidad a la masiva escala capaz de inclinar unas elecciones». «Los votantes, los tribunales y los estados han hablado», añadió, «todos han hablado. Y si los invalidamos, dañaríamos nuestra república para siempre».

«Vamos a detener el robo», había insistido Trump. Pero su única oportunidad para «detener» el supuesto latrocinio pasaba por haber logrado sustanciarlo delante de los tribunales... y son son cerca de un centenar, incluidos los del Supremo, los jueces que han rechazado una y otra vez todas las denuncias presentadas por su equipo electoral. Quizá porque, a diferencia de otras batalles legales anteriores, cuando contaba con la potencia técnica de los brillantes abogados del departamento de Justicia, en esta ocasión ha contratado a unos leguleyos tan oxidados como Rudy Giuliani, que llevaba décadas sin tener que presentar un caso en un juzgado.

McConnell avisó hoy de que de seguir por la senda marcada por Trump «nuestra democracia entraría en una espiral de muerte». Quizá nada más dramático que la exasperada discusión del senador republicano, Todd Young, con varios partidarios de Trump justo antes de entrar a votar. Tras aclararles que él preferiría con mucho que Trump siga de presidente, añade que su obligación es votar a favor de la certificación. «Cuando se trata de la ley», explica, «nuestras opiniones no importan. Importa la ley». A continuación añade que juró cumplir y hacer cumplir la Constitución. «Lo juré por Dios... ¿eso todavía importa en este país?».

Tampoco es que nadie pueda ahora sorprenderse por lo sucedido. Apenas 24 horas antes de unas imágenes inéditas en la historia reciente de los EE UU , había sido arrestado el cabecilla de un grupúsculo de extrema derecha, los Proud Boys, que había prometido que los suyos llegaran a Washington D.C. por cientos. A Enrique Tarrio lo acusan de haber arrebatado de una iglesia negra, y posteriormente prendido fuego, a una bandera del movimiento Black Lives Matter.

«Mike Pence no tuvo el coraje de hacer lo que debería haberse hecho para proteger nuestro país y nuestra Constitución», ha escrito Donald Trump, «¡Estados Unidos exige la verdad!». Le respondió el congresista republicano Adam Kitzinger, veterano de la Guerra del Irak. «Esto es un intento de golpe de Estado». Y añadió: «No estás protegiendo el país. ¿Dónde está la guardia nacional de Washington D.C.? Estás acabado y tu legado será un desastre». La Guardia Nacional fue finalmente movilizada y Pelosi, junto con el senador Schumer, pidió al «presidente Trump que exija a los manifestantes que abandonen de inmediato los terrenos del Capitolio y el Capitolio de los Estados Unidos».

La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, decretó el toque de queda en la ciudad y 1.100 miembros de la Guardia Nacional fueron desplegados rumbo al Capitolio. Y en un discurso solemne, Biden se dirigió a la nación para afirmar que «En estos momentos nuestra democracia está bajo un asalto sin precedentes. Un ataque en la ciudad de la libertad, contra los representantes de la gente y contra los policías que han jurado protegernos, contra el imperio de la ley, como muy pocas veces hemos visto». «Un asalto contra los principios sagrados de América», añadió, «Las imágenes que hemos visto en el Capitolio no representan a América y quienes somos. Esto es desorden, caos, bordeando en la sedición y debe terminar, ahora». «Le pido a esta turba», dijo, «que se retire y que permita a la democracia trabajar. Las palabras de un presidente, importan».

Biden exhortó al «presidente Trump para que salga en la televisión nacional ahora, y cumpla con su juramento». «Esto es no es una protesta, es una insurrección». Biden también se confesó «avergonzado por este momento tan oscuro». «Prevaleceremos de nuevo», dijo, «el trabajo de los próximos cuatro años debe de ser el de la restitución de la decencia y el respeto a la ley». Sus palabras no eran, obviamente, las que esperaba haber dirigido. Todo estaba preparado para que Mike Pence dijera su nombre. En su lugar Washington declinó bajo las hogueras del populismo, entre senadores con mascarillas antigas, policías con las armas reglamentarias en las escalinatas de los monumentos, banderas confederadas, mientras Trump, escondido en la Casa Blanca, tuiteaba unos mensajes a todas luces insuficientes.

Mike Pence: “El ataque al Capitolio es intolerable”

El vicepresidente de Estados Unidos aseguró que el asalto al Capitolio por parte de manifestantes pro Donald Trump “no puede tolerarse” y advirtió de que los implicados en esta acción recibirán todo el peso de la ley. Pence, que tuvo que ser evacuado del Capitolio por los túneles del edificio, presidía hoy la certificación del triunfo electoral presidencial del demócrata Joe Biden cuando ese proceso fue interrumpido con la irrupción violenta de seguidores de Trump concentrados hoy en Washington.

“La protesta pacífica es un derecho de todo estadounidense, pero este ataque a nuestro Capitolio no será tolerado y todos aquellos implicados serán procesados con todo el peso de la ley. La violencia y destrucción que ha tenido lugar en el Capitolio deber parar y debe parar ya”, dijo Pence, que pidió a los manifestantes, que portaban banderas de Trump, que abandonen la sede del Legislativo.

Pence fue el miembro del liderazgo republicano que con más fuerza criticó el asalto al Capitolio por parte de decenas de manifestantes, que rompieron ventanas, abrieron puertas a la fuerza y ocuparon el hemiciclo y las salas de sesiones de ambas cámara del Legislativo estadounidense.


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