Los libreros del Sena desafían a los Juegos Olímpicos de París
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1 Agosto 2023

Los libreros del Sena desafían a los Juegos Olímpicos de París

Los 'bouquinistes', que llevan 450 años instalados junto al río, se rebelan contra la decisión de apartarlos del escenario de la ceremonia de inauguración

El Bievre el río secreto de París que vuelve a la luz París, 2024 Ciudad sin circunvalación

Cada mañana, en los muelles del Sena, cientos de comerciantes abren sus puestos de libros de segunda mano, carteles vintage del Moulin Rouge y acuarelas de la catedral de Notre Dame como se lleva haciendo desde hace 400 años. Hasta ahora: el baile diario de los bouquinistes, los libreros/anticuarios de la capital francesa, suspenderán su trabajo en el verano de 2024 porque el Ayuntamiento de ha decidido retirarlos del paisaje mientras duren los Juegos Olímpicos de 2024.

Alrededor de 570 boîtes vertes (cajas verdes, en referencia al color de sus estructuras), es decir el 59% de los puestos de la mayor librería al aire libre del mundo, serán desmanteladas durante los Juegos. Según la Prefectura de Policía de París, esta solución es «indispensable» para la seguridad de un «lugar o evento expuesto al riesgo de actos terroristas», como escribió en un notificación enviado a los vendedores el pasado 25 de julio.

Hay un motivo para la medida: en París, y por primera vez en la historia, la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos no tendrá lugar en un estadio, sino en un río, el Sena, que ha sido saneado primorosamente para ello. Durante un siglo, desde 1923, ha estado prohibido bañarse en él debido a la contaminación de las aguas residuales que desembocaban en su corriente. Gracias a los trabajos de limpieza, esta prohibición se levantará en 2024.

En ese nuevo Sena, 116 embarcaciones transportarán a 10.000 atletas en el desfile del 26 de julio de 2024. La flota navegará por un recorrido de seis kilómetros, desde el puente de Austerlitz, en el este de la capital, hasta el puente de Iéna, al pie del Trocadero, en el oeste. Según la Alcaldía de París, además de ser un riesgo, los puestos bloquearían la vista al desfile.

Los vendedores no han tardado en reaccionar: «¿Hubiéramos movido la Torre Eiffel si obstaculizara la vista?», pregunta Albert Abid, que vende libros en un puesto desde hace unos 10 años, en una entrevista a Le Parisien. «Nos sentimos como moscas en un pastel. Nos espantan», declara un librero a la radio Europe 1. Y otro colega desafía al Ayuntamiento en las páginas de Marianne: «En tres décadas, mis cajas no se han movido nunca. No veo por qué eso tendría que cambiar ahora».

Los puestos de libros están en los muelles del Sena desde hace 450 años. La tradición de los bouquinistes comenzó en el siglo XVI, cuando algunos vendedores ambulantes de libros empezaron a proliferar en el Pont Neuf. Su actividad fue prohibida en 1649, bajo la presión de los libreros de la ciudad, pero luego volvieron ya con licencia.

Durante la Revolución Francesa, los bouquinistes, florecieron y sus dueños se enriquecieron vendiendo los libros procedentes de los saqueos de las bibliotecas aristocráticas y clericales. A principios del siglo XIX, bajo Napoleón I, se les concedió el mismo estatus que a los comerciantes convencionales de la ciudad.

Hoy, los libreros ocupan más de tres kilómetros de orillas del Sena y explotan unos 900 puestos. «Somos un símbolo importante de París [...]. Querer borrarnos del paisaje cuando la celebración de estos Juegos debería ser la celebración de París me parece sin sentido», declaró en Ouest France Jérôme Callais, presidente de la Asociación Cultural de los bouquinistes de París.

En un comunicado emitido el jueves 27 de julio de 2023, el Ayuntamiento de París aseguró su apoyo a los libreros y reconoció que su actividad «forma parte de la identidad de los muelles del Sena». En el mismo comunicado, la ciudad anunció que se haría cargo del desmantelamiento de los puestos y ofrecería a los vendedores que lo desearan instalarse en un Village des Bouquinistes (Pueblo de los Libreros), en un «barrio literario» cercano al Sena. Sin embargo, «desmontar las cajas significa inevitablemente dañarlas», explica el vendedor Pierre Dalous en Le Parisien, y así lo confirma Jérôme Callais a la AFP: las cajas son «demasiado frágiles» para ser transportadas. «Son viejas. Si las mueves, corres el riesgo de perder un tornillo aquí o allá, crear holguras entre las piezas y, por tanto, romper la impermeabilidad... Eso es lo peor que nos podría pasar».

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