



Otra puñetera historia de redención: ''Sal de ti mismo y ven a vivir a nuestro Nirvana mítico''
Las series, el cine, la cháchara de los personajes virales y los autorrelatos de los políticos...Todo se basa en historias que viajan de humillación a la afirmación personal
Lionel Shriver "Simpatizo mucho con los hombres. Sé que se sienten abandonados, indefensos y degradados" Carmen Mola "No somos escritores mojigatos. Si estamos escribiendo sobre el mal, vamos a reflejarlo en su extremo"Hay una línea de puntos que une a Fleabag con la detective Blanco de los libros de Carmen Mola y que pasa por las películas de superhéroes que llegarán en septiembre, por la rehabilitación de Will Smith, por el Manual de resistencia de Pedro Sánchez y por Amadeo Llados, el entrenador que salió del alcoholismo para crear una nueva élite de españoles musculados, millonarios y clientes de sus servicios. "La gente sólo quiere historias de redención", dice un personaje de la novela El movimiento del cuerpo a través del espacio, de Lionel Shriver (Anagrama). Y cómo llevarle la contraria si está por todas partes ese esquema del pecador que se vuelve virtuoso después de tocar fondo, del gordinflón que, gracias a la fuerza de la voluntad, corre marathones y del delincuente juvenil que termina Derecho y oposita a juez.
"La redención es un concepto cristiano que se ha empleado mucho en las comunidades fundamentalistas de los nuevos cristianos, porque ese nacer de nuevo y convertirse en un yo diferente, ese camino de salvación de uno mismo se adapta bien a lo que mucha gente está buscando", explicaba Shriver a EL MUNDO en una entrevista reciente. "Es el mismo mensaje que el mundo de los negocios vende constantemente. Compra esta camisa que para que el mundo te vea como una persona diferente. Una persona mejor. Usa este perfume y serás atractivo para los demás. Sal de ti mismo y ven a vivir a nuestro Nirvana mítico. Mucha gente está vendiendo esa idea de redención como un entrar en un yo completamente nuevo, libre de las decepciones y torturas que todos sufrimos. El mundo del fitness lo ofrece a través de la transformación física: sufre en el gimnasio y te ganarás el camino hacia un nuevo yo que será fuerte, hermoso, dueño de sí mismo y capaz todo, en lugar de esta criatura mezquina, débil y triste que eres ahora".
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¿Qué significa esta obsesión por la redención? "Yo creo que tiene que ver con la relación que tenemos hoy con la idea del mal. O más que relación, con la actitud de negación que tenemos hacia la idea del mal, igual que negamos la muerte", dice el escritor Gabriel Albiac. "La comprensión de la maldad se ha convertido en un problema central para nuestro mundo", añade la guionista Isabel Vázquez. "Hemos pasado de la maldad pura al anhelo de comprender la maldad. En mi oficio, hay mucha gente que tiene Wicked como referencia. Wicked era un musical de 2001 que tomaba a la bruja de los cuentos y la invitaba a explicar por qué era así. Es un cambio de perspectiva en la que no nos sentimos del todo seguros aún. Digamos que la redención es un enfoque con poco riesgo para enfrentarnos a la maldad en este momento". Y una opinión más para ampliar esa idea: "Dentro de la Iglesia Católica existe una visión más o menos progresista que dice que ya estamos todos salvados a partir de la muerte de Jesús", dice el biblista Jaime Vázquez, autor de Los papeles del Mar Muerto. "Esa es la línea que lleva a decir, por ejemplo, que el infierno no existe". ¿Qué hacemos entonces con el mal? Convertirlo en un entretenimiento, en un paso del baile al que llamamos redención.
Vázquez explica que la redención está representada en la Biblia en dos figuras centrales, Jesucristo y Moisés, pero que tiene un significado colectivo. Moisés redime a los judíos, los libera de Egipto, igual que "Jesús libera a los hombres de la esclavitud del pecado". No se salvan a sí mismos sino a su pueblo. "Esa idea de la salvación individual está, en todo caso, en las cartas de Pablo a los Romanos y a los Corintios y, quizá también algo, a los galatas". La tesis de Vázquez es que esa visión de la redención como un club individualista meritocrático tiene que ver con el parón intelectual de la teología protestante, tras décadas de liderazgo. Empobrecidas en su pensamiento, muchas congregaciones protestantes se han especializado en una interpretación literal y pragmática de la religión, una visión fácil de vender por la que las personas son pecadoras o virtuosas. "No me parece una concepción muy interesante. Prefiero pensar en la relación entre el bien y mal como una dialéctica platónica".
El modelo de redención que nos fascina en 2023 no tiene tanto que ver con Jesucristo como con Lord Jim, el personaje de Joseph Conrad: un chico agraciado con todos los encantos imaginables al que, en una negligencia (o quizá fuese en un golpe de mala suerte), se le hunde un barco del que era capitán y se convierte, al menos ante sí mismo, en el causante y desdichado superviviente de la tragedia. A partir de ese momento, Jim consagra su vida a hacer méritos que borren su deshonra. "Sólo que Jim nunca llega a sentir que redime su culpa. Y acaba muy mal", explica Albiac, atento lector de Conrad. Y esa es la gran diferencia con la redención contemporánea, dirigida casi siempre hacia el final feliz.

Hay excepciones. "¿Sabe qué serie actual tiene una visión muy compleja de la redención? Fleabag", dice Isabel Vázquez. "El personaje de Phoebe Waller-Bridge viene de una tragedia de la que es responsable y, cuando rompe la cuarta pared y se dirige a los espectadores, a nosotros, se burla de la expectativa que podamos tener de que se redima. De hecho, sigue haciendo lo que da la gana, reincide una y otra vez y hace chistes sobre todos los códigos que rompe". Claro que, a medida que la serie avanza, los espectadores empiezan a sospechar que esa rebeldía contra la culpa es una manera de llegar a una aceptación moral de sí misma por el camino más largo. "Fleabag se convierte en una pecadora redimida para un espectador contemporáneo que no soporta personajes moralistas".
No parece fácil llegar a ese camino de redención en el que el dolor por el mal hecho o autoinfringido no se resuelve a través de alguna historia de épica un poco facilona. En el que correr una marathon convalide 10 años de vida errática. Todos intuimos que tiene que haber una forma menos santurrona y más radical de pensar en lo que nos avergüenza, pero ¿cómo buscarla?
Porque, en general, todos pensamos que el mal que hemos hecho en la vida es por descuido o por debilidad más que por que seamos personas horribles, ¿no? "Eso es verdad en parte, pero sólo en parte. Y es una postura muy cómoda", responde Albiac."Al mal hay que considerarlo con valentía, porque sin mal ni siquiera hay libertad. La libertad es la capacidad de afrontar el mal, de elegir ante el mal. Sin el mal no habría contenido ético".
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