



Virginie Efira: ''El feminismo no lo inventó el MeToo''
La actriz que ha dado la vuelta a todos los estereotipos sobre la mujer estrena 'Los hijos de los otros', de Rebecca Zlotowski
Cannes La virgen-consolador como revolución política y escándalo según Paul Verhoeven Alice Diop 'Saint Omer', la película francesa del año, triunfa en el Festival de Sevilla Entrevista Juliette Binoche: "La vejez, como la pobreza, nos vuelve invisibles"Virginie Efira (Schaerbeek, 1975) es exactamente lo contrario de casi todo. Una de las actrices más respetadas del cine francés es en verdad belga; el reconocimiento y los premios le han llegado a esa edad a la que tradicionalmente se ven relegadas las actrices (que no los actores), y ha sido capaz de imponer sus ideas e imponerse ella misma después de una vida entera estigmatizada y marcada por provenir del mundo de la tele más comercial (quizá basura).
Ahora acaba de estrenar Los hijos de los otros, de Rebecca Zlotowski, donde interpreta a una madrastra, y, para sorpresa de nadie, vuelve a demostrar que los estereotipos apestan.
«La idea de que las mujeres se realizan sólo a través de la maternidad y que el sentido mismo de la feminidad es la procreación son, no lo dude, dos victorias más del patriarcado», dice para romper el hielo y situar los límites de la conversación.
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Cuenta, ella que es madre de una hija, que si aceptó hacer la película es porque también lleva una vida entera sin saber cómo hacer ante los hijos de sus compañeros. «Con solo 22 años me convertí en madrastra, y descubrí qué extraña es la relación afectiva que estableces con el hijo de tu cónyuge. Nunca sabes cuál es la cercanía o la distancia correcta que mantener respecto a su educación».
También dice que durante mucho tiempo se lo pasó pidiendo perdón por aquello del síndrome de la impostora tras su pasado televisivo. «Llegar tarde al cine ha hecho que los espectadores no se cansen de mí». Y no deja pasar la ocasión la que ha sido, antes de madrastra, la mujer de un maltratador en Un amor imposible (2018), una psicóloga que se obsesiona con una paciente en El reflejo de Sibyl (2019) y, por supuesto, una monja lésbica en Benedetta de Paul Verhoeven (2021) para avisar contra lo que considera los peligros del integrismo: «Es un lujo y un privilegio trabajar con mujeres directoras, pero tampoco conviene olvidar [y aquí la mente se va a su querido Verhoeven] que el feminismo no lo inventó el Metoo».
Virginie Efira cuenta sus películas por desnudos. Y también aquí navega a la contra para afirmar alto y claro que interpreta esas escenas orgullosa y feliz. «No me cuesta, siempre y cuando no sean meramente ilustrativas», aclara.
«Mis personajes son muy conscientes de su propio cuerpo y lo usan como instrumento para ejercer su libertad; de ningún modo son objetos sexuales». Queda claro. Efira o lo contrario de casi todo.
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